Si te sientes un poco como yo y crees que hay algo en ti que se resiste al cambio, a pesar de saber de forma consciente que cambiar sería muy positivo para ti, te invito a leer estas reflexiones que tal vez te hagan darte cuenta de si realmente estás preparado para el cambio.
El cambio supone realizar un profundo trabajo de introspección.
Cuando inicias un proceso de coaching, por ejemplo, en las primeras semanas tienes que enfrentarte a ti mismo, a tus debilidades, tus creencias, tus miedos. No todos están dispuestos a pagar el precio del cambio ni preparados para dar un paso al interior de uno mismo. Puedes encontrarte con algo que no esperabas o que negabas que estuviera dentro de ti.
Plantéate: ¿estás dispuesto a enfrentarte a tus emociones ocultas, a mirarle a los ojos a la verdad o puede que sea esto lo que te frena?
Cambiar supondrá trabajar de forma activa tus emociones ocultas.
No sólo habrás tenido que conocer tus miedos, emociones o creencias arraigadas, sino entender de dónde provienen, qué causas tienen y trabajarlas para que dejen de hacerte daño. En realidad, te estás enfrentando a tu dolor, a lo que está bajo la superficie, mientras que por fuera te sientes cómodo, todo está en calma y en apariencia no te está dando problemas. ¿Para qué remover los traumas y los dolores del pasado?
Es verdad que sacar nuestras emociones más profundas a la luz y tratar de entenderlas o de cambiarlas es duro, pero es un paso necesario si realmente quieres cambiar. Si lo que pretendes es ignorar tus sentimientos y esperar que el cambio aparecerá en tu vida, probablemente éste no llegará o no será duradero.
La gran pregunta es: ¿estás dispuesto a revivir y pasar por momentos dolorosos emocionalmente?
Cambiar te obligará a dejar tu zona de confort.
Una de nuestras mayores resistencias al cambio es el miedo a abandonar nuestra queridísima y trillada zona de confort. Tendrás que dejar de ser tú, el tú de antes, y empezar a realizar acciones totalmente nuevas para ti, diferentes, exponerte, vivir de forma activa tu cambio real.
Imagínate que te toca hablar en público y que tu mayor miedo es el miedo al rechazo. Cuando decides cambiar, sabes que tendrás que pasar por situaciones incómodas, situaciones que tratas de evitar a toda costa. Pero el verdadero cambio está en precisamente eso: ir a por esas situaciones, buscarlas, provocarlas casi. Da vértigo, ¿verdad?
El cambio no se va a producir enseguida.
Y esto te hará muchas veces replantearte tu situación, querer tirar la toalla. Si después de todo lo que me cuesta, no veo resultados, ¿qué sentido tiene seguir haciéndolo?, ¿qué pasa si hoy lo dejo? Nos pasa a todos. La desmotivación asoma por la puerta. Nos trata de reconducir a nuestro pasado, augurándonos comodidad, tranquilidad, seguridad.
Pero si lo dejas a medias, volver al punto de partida no va a ser fácil. Es como ir al gimnasio: has empezado con mucha ilusión la primera semana, yendo casi todos los días; en la segunda has flaqueado un par de días; en la tercera tuviste demasiados contratiempos para poder ir más que el domingo; y en la última semana tienes tanta pereza que decides dejarlo. Si total: no notas cambios realmente visibles en tu cuerpo.
El secreto está en seguir haciéndolo, incluso si notas que no hay avance, simplemente convertirlo en tu rutina, y darte un plazo: los resultados llegarán, aunque al principio no los veas. La cuestión es: ¿tendrás suficiente paciencia y motivación para seguir esforzándote?
Tu cambio afectará también a tu entorno.
El cambio puede influir en tu relación de pareja, familia o a nivel laboral. Puede que no todos estén de acuerdo con lo que haces, porque no querrán perder a la persona que siempre has sido. Tendrás que ser fuerte y saber lidiar con nuevas situaciones que se van a dar cuando inicies un proceso de cambio en tu vida. Algunos —casi siempre con la mejor de las intenciones— te aconsejarán incluso que no lo hagas, haciendo hincapié en las cosas que podrías perder.
La solución es ser lo suficientemente fuerte y tratar de salir de un entorno que no aprueba tus decisiones. Rodearse de gente adecuada y que te apoya es la clave.
El cambio puede influir también en tus prioridades vitales.
Cambiar es en realidad pasar de una situación a otra, de una manera de pensar a otra, de una forma de ser a otra. Y cambiar algo importante en tu vida, puede cambiar también tu escala de valores, necesidades… puede que cambies tu manera de ver la vida. Y esto no sólo afectará a los demás, sino especialmente a ti mismo. La idea que tenías de ti y del mundo ha cambiado en parte. ¿Estás dispuesto a convertirte en una persona nueva y a vivir una nueva vida?
Si eras una persona dependiente en tus relaciones, de repente descubres que no necesitas sólo a tu pareja para ser feliz, y empiezas a vivir más en consonancia con tus propias necesidades, a realizar aquellas actividades que antes no te atrevías a hacer, a descubrir nuevos hobbies, hacer nuevos amigos, etc.
Puede que cambie también tu escala de valores: de querer ayudar a los demás y ponerles en primer lugar, es posible que ahora te pares a pensar en ti mismo. Algunos pueden incluso llegar a tacharte de egoísta.
Un cambio importante en tu vida puede desencadenar nuevos cambios a otros niveles.
Una de las causas que más nos inquieta a la hora de cambiar es la gestión de las posibles consecuencias que tendría nuestra vida tras el cambio.
Puede que deseemos muchísimo un cambio en una determinada área de nuestra vida, como por ejemplo trabajar por cuenta propia o dejar un trabajo que nos amarga. Pero si intuimos las dificultades a las que nos vamos a enfrentar después, podemos convertirnos en nuestros primeros saboteadores.
Un ejemplo muy simple: ser autónomo te puede dar más libertad, pero al mismo tiempo supondrá mayor responsabilidad. Serás tú quien tendrá que tomar tus propias decisiones y gestionar tu empresa. Y si te equivocas, no podrás echarle la culpa al jefe o al gobierno. Has sido tú quien ha decidido cambiar.
O tal vez resolver tu relación de pareja signifique tener que dejarla y no estás preparado para estar solo, porque es tu mayor miedo. Así que te sabotearás todo lo que puedas, dejando tu problema inicial sin solución y preguntándote qué haces mal.
Por ello, plantéate: ¿cómo podría cambiar tu vida a otros niveles si decides realizar esos cambios deseados? ¿Hay algo que pierdes? ¿Estarías dispuesto a asumir las consecuencias?
Conclusiones
Si deseas fervientemente cambiar, si llevas tiempo tratándolo pero nunca llega el momento o la cosa no funciona por ningún lado, sé sincero contigo mismo, pregúntate: ¿estoy dispuesto a cambiar?, ¿a pagar el precio?, ¿cuál es mi mayor miedo?, ¿qué excusas están detrás de mi indecisión?, ¿qué es lo que no quiero ver en estos momentos?
Si descubres el bloqueo y decides cambiar tu situación, ¡enhorabuena! Pero si aún sientes que no estás del todo preparado y que hay otras cuestiones que atender antes de iniciar un cambio en tu vida, no pasa nada. Tal vez ahora no sea el momento más adecuado para ti.
Lo importante es detectar lo que te frena y dejar de sentirte culpable por no alcanzar todos tus objetivos. Es posible que tengas que resolver otros asuntos antes. Enfócate en ellos y date tu tiempo. Recuerda que todos tenemos nuestro propio ritmo de crecimiento y transformación.
Fuente: https://psicocode.com/coach/7-claves-para-descubrir-si-estas-preparado-para-cambiar/